La importancia de la gestión – Capítulo 5

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Todos tenemos un amigo que divide a los músicos en dos clases: genios sobrenaturales  (o sea, los que son mejor que él mismo), y por otra parte, la gente que tiene unas capacidades naturales normales, quizá parecidas a las suyas propias, que ha conseguido desarrollarse a base de trabajo duro y no tanto talento. Por supuesto. Es posible y así es de hecho: hay gente (y a lo largo de la Historia la ha habido) con unas capacidades superiores a lo que pueda considerarse “normal”.

Existen, en general,  muy diversas virtudes, destrezas y talentos reconocibles a simple vista: facilidad para moverse rápido, un cuerpo que reacciona enseguida en cuanto la persona va al gimnasio, memoria e imaginación especial, orientación, fuerza, capacidad de cálculo, memoria de vocabulario y un largo etcétera. En el terreno musical todos entendemos que los talentos ideales para, por ejemplo, tocar el piano serían: a nivel físico (una mano grande y fuerte, unos dedos rápidos) y mental (facilidad para concentrarse, buen control sobre el cuerpo, buena coordinación, memoria, facilidad para leer partituras, oído absoluto, oído polifónico…).

Pero todos conocemos músicos muy famosos como D. Baremboim o Alicia de Larrocha, pianistas, bajitos y con la mano pequeña, que sin embargo han llegado “hasta lo más alto” en sus carreras y a tocar perfectamente obras tan difíciles y exigentes como el Rach 3, la sonata Hammerklavier de Beethoven o alguna obra de Liszt sin tener “esa dotación física de manos grandes”. Es decir, aunque no contaron con un físico privilegiado para el piano como por ejemplo Josep Colom (con sus manos grandes y flexibles), la naturaleza les obsequió con otros talentos que supieron aprovechar para ser grandes intérpretes.

Pues bien, igual que la fotogenia, el talento para venderse o para gustar es algo que mucha gente posee de manera innata. Igual que la fuerza, la memoria y los dedos rápidos pueden entrenarse, también puede entrenarse esta capacidad para conseguir gustar a un promotor determinado y moverse en el mundo de los conciertos.

A gran o pequeña escala, el mundo de los conciertos es un mercado como cualquier otro. Anteriormente muy controlado y conservador, hoy en día las propuestas de las agencias pueden llegar a ser completamente diferentes entre sí. A veces más conservadoras, a veces más arriesgadas, el talento del agente está en llevar al solista que más gusta al público y a las orquestas.

Muchas veces nos encontramos con que nuestros propios profesores y maestros, las personas que deben aconsejarnos, desconocen completamente el mundo profesional fuera del conservatorio y ellos mismos, muchas veces, adolecen de unos conocimientos básicos para poder presentarse formalmente como un músico profesional, si no disponen de algún agente o similar (riders, contratos, programación, imagen de marca).

Queridos amigos, siendo un genio del piano o del violín o sin serlo, NO EXISTE UNA FÓRMULA MÁGICA para convertirse, de pronto, en un artista interesante. Los agentes suelen hacer valer el hecho de haber sido premiado en concursos, de haber debutado muy joven con una orquesta prestigiosa y tantos otros clichés clásicos. El mercado pop, por su parte, hace valer en sus artistas lo que consideran más importante para vender discos o para llenar estadios: millones de seguidores en Instagram, salir en las revistas, tener una interesante vida privada o hacer un gran show en el escenario. Ahí están Beyoncé, Michael Jackson o, por qué no, Luis Miguel.

Pero, si nos detenemos a analizar las carreras de los intérpretes más famosos, actuales y del pasado, cada uno de ellos tuvo uno (o varios) puntos de inflexión que los hicieron crecer en el mercado y convertirse en solistas o grupos muy programados y solicitados. Por supuesto, todo esto más allá de lo geniales e interesantes que fueran musical y artísticamente.

Los conservatorios deben cambiar para introducir en sus planes de estudio algunas asignaturas sobre gestión artística. No se trata de ideologizar a los alumnos, ni de ofrecerles ideas preconcebidas sobre marketing. Pero quizá el alumno no sabe que existen muchos mercados, espacios o sectores posibles donde un músico puede ser empleado o activo artística o profesionalmente. Es necesario promover en éstos la capacidad de reflexionar sobre el éxito comercial y sobre qué significa éste. No es algo ni tan importante como se nos dice en la publicidad, ni tan poco importante como se nos enseña en los conservatorios.

Desmitificar el mundo profesional a través de una mejor formación ayudará a los estudiantes a tomar decisiones, a elaborar estrategias personales, a entender cuáles son sus verdaderos intereses y objetivos en el mundo musical y, si es necesario, plantarse ante los abusos de un sector muy complejo.

Sobre mí Darío Meta

Darío Meta (25 años). Pianista. He vivido y estudiado en Guadalajara, Madrid, Salamanca, Friburgo (Alemania) y actualmente en Lübeck (Alemania). Me interesan el cine, la improvisación, la divulgación cultural y la música de todas las épocas y estilos. Becario de la Fundación Alexander von Humboldt.

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