Hace unos días comentaba con unos compañeros un tema algo espinoso. Pongamos un alumno que avanza en el Conservatorio sin mostrar nunca un gran talento o una gran capacidad innata para la música, estudiando durante años. Talento, intuición, como lo quieran llamar… no se ven claramente, ¿Debe el profesor hacerle al alumno consciente de que sus posibilidades en el mundo musical son menores? Y si así fuera, ¿por qué?

¿Acaso no habrá gente siempre con más talento, más facilidad con el instrumento, más intuición, mejor escucha, mejor memoria que cualquier profesional que se dedique a la música? Incluso estudiando en una escuela superior, e incluso en una de prestigio, ¿no habrá siempre personas a las que se les de mejor la música que a nosotros mismos? ¿Nos convierte eso en gente «que no tiene lo que hay que tener»? ¿No sería injusto dirigirnos hacia otro camino fuera de la música profesional, sólo por estas razones? La pregunta se responde casi sola. Pero todo esto que voy a comentar no se refiere a las capacidades objetivas que tenga el  alumno en cuestión, sino a cómo se siente.

Cuántos de nosotros hemos escuchado, a una tierna edad, viniendo de un profesor de Conservatorio «si sigue así no hará nada con la música», «claro, es que ese niño.. tiene mucho talento»,  «la música es algo muy serio y si el niño no lo toma en serio, mejor que lo deje directamente», «si no le gusta lo que hay, bórrese». Y tantas otras. ¿Le suena a alguien? Es el tómalo o déjalo. Es la arrogancia en la que se ha educado a varias generaciones de músicos.

Pese a todo, los chicos se reponen de esos traumas de no ser nunca el mejor (porque aun siendo el mejor de tu clase durante toda tu infancia, después cambias de conservatorio o de escuela y de pronto ¡caramba! Ya no eres «el mejor». E incluso siendo el mejor durante toda tu carrera, después cambias a otro lugar y ¡uy! Con lo cual es absurdo infectar al alumno con estos conceptos desde que son pequeños: solo le llevarán a sentirse inseguro, preocuparse excesivamente por la opinión que los demás tienen sobre él, y, por supuesto, acomplejarse. Da igual si el niño se cree mejor que los demás: eso también es un complejo) y siguen adelante, muchas veces sin organizar nunca más dentro de sí mismos esos sentimientos negativos que el propio avance de los estudios (y algunas influencias particulares) van acumulando. Y por tanto, no acaban de superarlos.

Cualquier práctica artística de escena, en la cual haya que mostrarse antes los demás, requiere de una máxima autocrítica para mejorar, ya sea danza, teatro, declamación o música. Hay que escucharse constantemente, muchas veces grabarse, criticarse, volver a revisar el texto, desconfiar de uno mismo y un montón de otras tareas día a día. Pero al mismo tiempo, al concursar en una convocatoria, al solicitar una beca, al ofrecerse como profesional o al salir al escenario, el intérprete o el músico debe estar en el cien por cien de su autoconfianza, de su serenidad y de su madurez. Un proceso muy complicado si ha sido educado en «la escuela del machaque».

Volviendo al tema del principio, muchos conocemos casos de personas que no destacaron en su infancia, o personas que comenzaron relativamente tarde a tocar un instrumento, y en la actualidad son músicos profesionales, profesores, muchos de ellos artistas interesantes. Se nos salen del sistema que dice que «debe usted empezar con 8 años o después será demasiado tarde», y del «si el niño no demuestra un talento temprano, es muy difícil que pueda dedicarse a la música».

Entonces, ¿por qué deben cambiar los Conservatorios? Porque nuestro trabajo como nueva generación es desterrar la aplicación de la «machacopedagogía» y modernizar nuestra forma de ver el trabajo musical. Fomentar el respeto al alumno. Abrirnos al que no sabe, para poder tener algo que enseñarle, en lugar de despreciarlo. Si les damos más alas y una mejor visión crítica a los estudiantes, apoyada en la humildad, pero también en creer en sí mismos y en la crítica constructiva,  no tendrán quizás que lidiar en una medida tan grande con sus propios traumas cuando pasen a la edad adulta, no envidiarán los talentos de los otros, sino que los admirarán y apreciarán, y no proyectarán de una manera tan salvaje, por tanto, sus propios problemas en sus alumnos.

Para finalizar, el hecho de hasta dónde puede desarrollarse un joven es siempre terreno ignoto. Da igual la edad. Nuestro sistema castiga mucho las vocaciones tardías y la libertad de pensamiento, y critica que cambiemos de rumbo, por salirnos del camino marcado. Pero, si triunfamos gracias a nuestras decisiones, entonces ahí todo el mundo aplaude. Hipocresía creo que lo llaman.
En ocasiones, una persona cambia más en dos años que en seis. Nunca sabemos hasta dónde puede llegar musical y personalmente ese alumno que se coloca frente a un profesor con el fin de conocer su opinión y de solicitar su ayuda. Los conservatorios deben cambiar: no se puede cercenar algo que todavía está creciendo.

 

Cautela, por tanto, y buenos alimentos.

4 respuestas

  1. Desde luego que tienen que cambiar y lo primero de todo ocuparse y preocuparse de los alumnos.
    Es increíble comprobar cómo un niño de 5º de profesional de piano de 15 años sigue viviendo de rentas de lo que aprendió en una escuela Municipal de Música en la que estudió hasta los 14 años.
    Muy triste ver que se desperdician 8 horas a la semana durante un año y medio y, lo peor, cómo poco a poco va perdiendo el interés por la música que antes era el centro de su vida y su pasión. Eso es lo que consiguen con 8 horas de clase a la semana en el Conservatorio.
    Mucho tiene que cambiar la enseñanza en los conservatorios para motivar en vez de desmotivar a los alumnos. No me extraña que tantos niños abandonen.

  2. Leyendo las interesantes reflexiones sobre temas tan valiosos para la influencia que tendran en niños y adolescentes criticas o incomprension por parte de sus profesores en temprana edad, y que pueden dañar la delicada armonia en sus puros deseos de llegar a lo soñado que con esfuerzo e ilusion se presenta en su futuro, pienso en que muchos de estos aqui vertidos merecen una gran atencion y por favor!!; ser tenidos muy en cuenta.
    .Palabras sabias para poner en accion…!!@

  3. Gran valentía, Darío, al escribir de un modo simple y a la vez con gran conocimiento del tema que está tratando lo que muchos pensamos, poniendo las cosas claras para que ese cambio se produzca en los conservatorios de música, teatro u otras artes, ya que ese tipo de educación cerrada sin tener en cuenta la individualidad de cada alumno -persona, atrasa la enseñanza y no tiene en cuenta la psicología que debería poseer todo educador pues están formando a nuestros hijos. Y si no la tienen que sea otra asignatura que puedan ellos aprender junto con la carrera de magisterio /profesores etc.
    Bravo, Darío.Esperamos con ansiedad el próximo capítulo.

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