Hoy estrenamos una nueva sección en nuestra página, en la que expondremos los diferentes problemas a los que se enfrenta el alumnado de Enseñanzas Artísticas Superiores debido a la precaria situación de las instalaciones donde cursan sus estudios. Os damos la bienvenida a Música en ruinas.
Antes de empezar a tocar, se nos dice que tenemos que calentar un poco, como bien sabemos. Un par de escalas, unas notas largas, ejercicios de técnica… cada uno lo hace a su manera, lo importante es no tocar en frío.
Desde Murcia, soplan vientos helados, y bien lo saben los estudiantes del Conservatorio Superior de Música, que se ha visto afectado por la ola frío. Hoy, a sus estudiantes, el calentamiento les cuesta un poco más.
A continuación, podéis leer la queja que han hecho sobre la situación en la que se encuentran.
Hoy nuestros percusionista han vuelto a la carga, ¡pero vaya sorpresa nos hemos llevado!
Nos hemos encontrado con unas temperaturas tan bajas dentro de nuestras aulas que nos hemos visto obligados a tocar con chaquetones y abrigos durante nuestras clases, por no hablar del frío que sufrimos en las manos que nos perjudica físicamente a la hora de tocar en nuestras clases, impidiendo así dar clases en unas condiciones.
Pero menos mal que el centro tiene una caldera estupenda (la cual no funciona) y que además nos proporcionan unos pequeñitos calentadores eléctricos (uno por clase) para usar cuando la instalación eléctrica no falla (hoy ya han saltado los plomos 4 veces) y que apenas aportan algo de calor en las aulas más grandes.
No se concibe pensar en un colegio, un instituto, una facultad o cualquier centro de ámbito público que no posea un sistema de calefacción mínimo que permita que se desarrollen con normalidad y con calidad las clases y/o actividades de dicho centro. Pues en el Conservatorio Superior de Música de Murcia sucede exactamente eso.
Por ello desde esta publicación pedimos que se tomen medidas al respecto, para tener unas condiciones mínimas en nuestro centro, ya que bajo estas condiciones de frio un alumno se ve físicamente mermado a la hora de tocar, afectando así a la calidad educativa y a la formación que reciben.
Ya vemos cómo la aclimatación del centro se soluciona con unas pequeñas estufas. No es este el único caso en el que el invierno se hace notar en las aulas. En el Conservatorio Superior de Música de Alicante también les afecta este problema.
Si bien es cierto que ciertas aulas cuentan con estufas bastante potentes que ayudan a combatir las bajas temperaturas, hay espacios donde el calor brilla por su ausencia. Un claro ejemplo de ello es el salón de actos, lugar de ensayo de la banda y la orquesta. Unas ventanas viejas apenas sirven para poder aislar al alumnado del frío, que se ve obligado a asistir a los ensayos con chaquetas y bufandas.
En Castellón, volvemos a encontrar estudiantes con guantes y abrigos dentro del centro; los llevan para tocar, para las asignaturas teóricas o en los pasillos. La calefacción es inexistente en el 90% de las aulas. En otras, los profesores optan por asistir con jerséis de lana o directamente con radiadores que ponen bajo los pies. Los instrumentos no llegan nunca a una temperatura adecuada para poder tocar, y además la humedad dificulta aún más la tarea.
Galicia, tierra conocida por su «agradable clima tropical», tampoco se libra de la batalla contra los termómetros. En Coruña, si se estropea la calefacción, el alumnado se ve obligado a «mudarse» a otra aula para poder continuar sus ensayos, ya que los pianos se desafinan mucho. Por su parte, en Vigo la humedad se ha adueñado del centro, ha estropeado los pianos y ha llegado a pudrir las cajas de las persianas.
Estos son sólo algunos ejemplos de cómo las condiciones impiden el desarrollo de las clases. Sin embargo, no sólo es el alumnado el que se ve afectado; los primeros en moverse en estas situaciones deberían ser el profesorado y el equipo directivo denunciando a la inspección de trabajo tal situación sí sobrepasa los límites marcados en la normativa. Si echamos un ojo al Real Decreto 486/1997 vemos lo siguiente:
ANEXO III
Condiciones ambientales de los lugares de trabajo
1. La exposición a las condiciones ambientales de los lugares de trabajo no debe suponer un riesgo para la seguridad y la salud de los trabajadores.
2. Asimismo, y en la medida de lo posible, las condiciones ambientales de los lugares de trabajo no deben constituir una fuente de incomodidad o molestia para los trabajadores. A tal efecto, deberán evitarse las temperaturas y las humedades extremas, los cambios bruscos de temperatura, las corrientes de aire molestas, los olores desagradables, la irradiación excesiva y, en particular, la radiación solar a través de ventanas, luces o tabiques acristalados.
3. En los locales de trabajo cerrados deberán cumplirse, en particular, las siguientes condiciones:
a) La temperatura de los locales donde se realicen trabajos sedentarios propios de oficinas o similares estará comprendida entre 17 y 27 ºC.
Si seguimos hablando de leyes, tenemos que hacer una mención al Conservatorio Superior de Música de Aragón. Desde principio de curso no tienen calefacción y en la Zaragoza invernal hace bastante frío. Todo ello podría deberse a una disputa legal entre la empresa y el conservatorio. Como siempre, quien lo sufre de primera mano, es el alumnado.
Puede que con el frío se nos congelen las ideas, no obstante nuestra lucha no se enfría. Pocos centros se libran de esto; en Madrid, por ejemplo, a pesar de estar instalada y funcionando, nos encontramos con que el sistema de calefacción no regula la temperatura de forma homogénea y en el mismo centro hay aulas que están a 14º y a 32º a la vez. A este paso, acabaremos haciendo hogueras con los instrumentos.